Cuando la experiencia es un grado menos
Hay muchas frases en la cultura popular que reflejan la importancia de tener experiencia. Incluso defienden que bajo cualquier premisa, el tener experiencia aporta un grado de excelencia superior al trabajo realizado y no pretendo ponerlo en duda a nivel general, pero sí a nivel particular y me permitiréis que os explique una anécdota que me pasó la semana anterior.
Ante una situación en concreto que se te presenta desfavorable para tus intereses, nunca debes pretender hacer valer tu opinión basándote en suposiciones y en argumentos como que tu experiencia en el tema que ocupa está contrastada. Nunca debes decir las palabras “te lo garantizo yo, porque de esto sé mucho” bajo ninguna circunstancia, incluso cuando estés al 100% seguro de ello debes minimizar el empleo de ese argumento porque puedes equivocarte y quedar en evidencia.
Si el cliente pide una opinión sobre un determinado tema (y cuando digo cliente sustituir por amigo, familiar o cualquier sucedáneo para adaptarlo a otro caso particular) y te basas en razonamientos erróneos la has cagado, pero es que no estás fallando tú, sino haciendo que otros fallen y queden fatal en base a unos argumentos que tú defendías y que son como mínimo discutibles, pero que tú has finiquitado en un “se hace así porque lo digo yo, que de esto sé”.
Además, bajo ningún concepto intentes si no estás seguro al 100% de que tu razonamiento es 100% correcto ir al cliente por detrás con nocturnidad y alevosía para explicarle tú opinión de tío experto en estos temas para ir preparando el terreno, porque macho, se ve a la legua que estás jugando las cartas que te vienen muy mal y te estás guardando el as en la manga.
Seguramente, la situación acabe en tragedia en un porcentaje muy elevado de los casos y es que aún en el supuesto que tengas razón y los demás estén equivocados, en base a dar argumentos sólidos es como consigues avanzar y construir una opinión que no pueda rebatirse, pero nunca diciendo que esto es así porque tú, como experto, lo garantizas.
Cuando alguien os diga que os garantiza en base a su experiencia que algo es de una determinada manera, el primer paso es desconfiar, el segundo es intentar razonar con él, el tercero es contrastar esa opinión y el cuarto, en la mayoría de las veces, es hacer lo que uno crea que es mejor.